Declive I

—¿Cuando piensas saltar, cobarde?—Gritaba. 
Estaba nervioso, bastante nervioso pero esboce una sonrisa que emanaba seguridad.
Siempre se me ha dado bien ser hermético, escondo mi aflicción bastante bien y soy capaz de decir todo lo que tus oídos quieran escuchar, porque las mentiras son la mejor estrategia.
Suelo desatar alguna risotada mordaz cuando me titulan de cobarde, aunque tal vez lo sea. 
A veces me sorprende la serie de hechos que puedo llegar a hacer, a veces suelto todo el veneno por mi boca de un sólo golpe, a veces veo un monstruo en lo profundo de mi cadáver a través del retrato.
No creo en nada, ni en nadie, sólo creo en mi, aunque haya momentos en los que esté bastante desorientado.
Sé con toda certeza que si estuviera muriendo, nadie movería ni un dedo del pie para auxiliarme, tampoco lo necesito.
Me gustaría morir de pie, porque la vida es injusta y yo he jugado mis cartas realmente bien pese a que siempre he sido un maldito perdedor con una vida de mierda.
Nunca he tenido mala suerte, porque la suerte no existe, ni el destino, ni el karma, nada. Cada acto conlleva consecuencias que al fin y al cabo enfrentamos tarde o temprano. Como una ruta bifurcada y te ves en situación de tomar una gran decisión.
Tuve ocasión de suicidarme como vía de escape, aún sigo pensando porque no lo hice, la gente lo llama esperanza, yo lo llamo masoquismo. 
Y ahora, una vez más, me encuentro entre la espada y la pared, perdido entre la inmensidad de mi aforismo, entre los océanos de mis memorias—al fin y al cabo, vacías—, entre todas aquellas historias de mis libros predilectos.
—¿En que estás pensando? ¡SALTA DE UNA VEZ!


Y salté por aquel precipicio hacia la nada esperando morir.
¿Es este el final?

Comentarios

Entradas populares